Los niños que aparecen en estas fotografías no son meros sujetos; son protagonistas vibrantes de una narrativa visual que desafía los clichés de la lucha y la privación. En cambio, Ador-Agramonte resalta su ilimitado sentido de asombro, sus profundos vínculos familiares (especialmente con sus abuelos) y su relación directa con el mundo que los rodea. Estos niños juegan libremente en las calles, sin las distracciones digitales que dominan a tantos niños contemporáneos en otros lugares. Su risa, sus juegos y sus radiantes expresiones de unión sirven como testimonio de la resiliencia del espíritu humano, un tema recurrente en la obra de la artista. En esta serie se produce una sorprendente interacción entre tradición y tecnología. Los elementos generados por IA no eclipsan la autenticidad de los momentos capturados, sino que actúan como una extensión de la visión del artista, realzando la profundidad emocional de cada pieza. En este caso, la IA no es un mecanismo de distanciamiento, sino un facilitador que permite a Ador-Agramonte refinar las texturas de la memoria y la nostalgia, intensificar el juego de luces y sombras y crear un lenguaje visual que es a la vez atemporal y contemporáneo.
